Cuando nuestro gato se muestra agresivo debido al miedo
El miedo es una de las causas que puede provocar que nuestro gato presente comportamientos agresivos. Aunque, en la mayoría de los casos, esta agresividad suele dirigirse hacia desconocidos, tampoco es raro que ocurra en el seno de la familia que convive con el animal. Las causas iniciales de este miedo que provoca trastornos de conducta suelen estar relacionadas con factores ambientales.
Una socialización inadecuada en las primeras semanas de vida del gato, por ejemplo. Los estudios demuestran que los gatos que no han tenido suficiente contacto con personas entre la segunda semana de vida y la semana número nueve tienen más probabilidades de desarrollar miedo hacia las personas. O también puede tener miedo debido a algún trauma previo, como por ejemplo haber recibido algún tipo de castigo físico o haber sufrido una manipulación desagradable por algún motivo por parte de personas. En cualquier caso, cuando nos encontramos con un gato que tiene reacciones violentas, debemos actuar de la forma adecuada para ayudarlo a superar esos miedos. Y, sobretodo, no castigarlo por ello.
Primero, detectar el miedo
La primera reacción de un gato cuando se siente amenazado es escapar y esconderse; si esto no es posible, es cuando puede recurrir a la agresión como respuesta defensiva, por sentir que no tiene escapatoria. La postura corporal defensiva de los gatos incluye agacharse, arquear la espalda, poner las orejas planas, la cola metida hacia abajo, piloerección (“erizarse”) y tener las pupilas dilatadas. Y su comportamiento empezará con bufidos y gruñidos; y, a veces, incluso gritos.
Si se trata de un problema cronificado (que lleva largo tiempo produciéndose), el simple contacto visual con una persona, aunque sea su propio cuidador, puede causar la reacción agresiva defensiva.
Reducir el miedo, el gran reto
Ante un comportamiento agresivo de un gato debido al miedo, nuestro objetivo principal será reducir el temor hacia las personas que conviven con el gato. Si se puede sentir seguro en casa, su calidad de vida, y la de todos en la familia multiespecie, mejorará notablemente.
Algunas de las estrategias a seguir serán las siguientes:
– Optimizar el espacio:
– Permitir que llegue a sitios elevados.
– Dejar espacio para que pueda subirse a estanterías o, incluso, instalar soportes para que pueda subir a sitios con cierta altura.
– Tener acceso a lugares elevados, porque aumenta la percepción del gato de control sobre su medio ambiente.
– Evitar el castigo:
El castigo podría aumentar la agresión y el estrés, y desencadenar una reacción defensiva indeseable.
– Disminuir el contacto con el gato:
Los gatos que sufren comportamientos agresivos relacionados con el miedo suelen reaccionar violentamente cuando se sienten amenazados y no tienen oportunidad de escapar. Por tanto, es muy importante que el gato no se vea obligado a interactuar con personas.
– Ayudar al gato a poder predecir qué va a ocurrir en su entorno
Uno de los factores que más influye en la respuesta al estrés de un animal es su capacidad para controlar y predecir la aparición de elementos aversivos.
Cuando un estímulo negativo (es decir, uno que provoca miedo) es predecible para el animal, la respuesta al estrés es menos pronunciada. Así que nuestro objetivo será aumentar la previsibilidad en el entorno del animal para que aumente su sensación de control. Esto lo conseguiremos estableciendo rutinas diarias consistentes; si hay niños en casa, les podemos colocar alguna campanilla en su ropa para que el gato pueda medir fácilmente su proximidad; y, mientras el gato todavía tenga miedo, deberemos evitar los movimientos bruscos, hablar en voz alta cuando estemos cerca de él y mirarle directamente a los ojos de gato, para reducir el riesgo de una reacción agresiva.
– Hacer un entrenamiento en positivo
Cuando hayamos conseguido que el gato se haya habituado a nuestra presencia, podemos recompensarle cada vez que se nos acerque. Por ejemplo, nos podemos sentar en el suelo, para parecer menos amenazantes, y lanzarles una golosina. Primero a cierta distancia, luego más cerca. Y la última siempre se tiene que volver a tirar un poco lejos para que el gato pueda volver a su zona de confort.
Este ejercicio debe repetirse durante varios días hasta que el gato se nos acerque con confianza.
– Ayudar a que el gato se sienta mejor en su entorno con nutracéuticos, aceites esenciales y feromonas.
Un gato que muestra comportamientos agresivos sufre estrés, porque realmente está en condiciones incómodas para él.
Por tanto, todo aquello que podamos hacer para favorecer que se tranquilice en el hogar, ayudará a reducir su comportamiento agresivo.
Así, podemos utilizar aceites esenciales de lavanda en difusor frío, o un difusor de feromonas de gato (“Feliway Optimum”, por ejemplo). Son elementos inocuos para el humano y pueden favorecer la tranquilidad de nuestro gato.
Además, existe una amplia gama de nutracéuticos (suplementos nutricionales), que pueden ayudar a calmar a nuestro gato a largo plazo (Ej: Anxitane, Zylkene, etc):
– Si es necesario, se pueden utilizar productos ansiolíticos.
En algunas ocasiones, cuando se trata de una problemática severa, puede ser necesario usar algún producto ansiolítico que mejore su sensación de bienestar y nos permita facilitar la implementación de un programa de modificación de la conducta.
Los ansiolíticos se pueden mezclar con alimentos o con otras sustancias (por ejemplo, con extracto de malta) para evitar el estrés de la administración oral forzada.
Eso sí, todo ansiolítico debe ser prescrito por el veterinario del gato, que conoce sus necesidades.