¿Serían las feromonas un remedio para la convivencia entre perros y gatos?

El vínculo entre los perros y los gatos

Perros, gatos y feromonas ¿Las feromonas un remedio para la convivencia entre perros y gatos?

Aunque «se llevan como el perro y el gato» es un dicho corriente, perros y gatos no son per se enemigos, aunque compitan por un mismo nicho trófico. Ambos son carnívoros, pero el gato es un cazador especializado y el perro, más oportunista.
La ingesta de alimentos es más rápida en el perro, porque tenía que comer deprisa al compartir la presa con la manada, y más lenta en los gatos, que cazaban en solitario.
El perro es un animal social con un comportamiento jerárquico; el gato, en cambio, tiene un comportamiento territorial.

En su estado salvaje, las vidas de perros y gatos se cruzaban, pero se mantenían a distancia.
Y hoy, después de un largo proceso de domesticación, ambos comparten hogar con el ser humano, donde esa distancia ya no es posible.

La domesticación es el fruto de una interacción prolongada entre especies.

La antrozoología analiza siglos de convivencia entre seres humanos, perros y gatos durante ese proceso y sus consecuencias.
El perro (canis familiaris) fue la primera especie animal domesticada por el homo sapiens, hacia el 14.000 a.C., como mínimo.
En cambio, en el gato (felix lybica) se estima que se inició su domesticación hace 10.000 años y que entró a formar parte de la familia entre el 3.000 y el 2.000 a.C., hace relativamente poco.
Por esa razón, algunos etólogos y antrozoólogos consideran que su domesticación todavía es incompleta, aunque este sea un tema abierto a debate.

Uno de cada diez hogares con mascotas conviven perros y gatos

La cuestión es que se calcula que en uno de cada diez hogares con mascotas conviven perros y gatos y en estos hogares no es posible aquella distancia de antaño entre especies competidoras.
Por tanto, es de gran interés averiguar cómo facilitar la convivencia entre ambas especies, por el bienestar de todos los implicados, también los humanos tutores de perros y gatos.
La antrozoología nos muestra que un vínculo temprano entre animales y algunas pautas del comportamiento relacional de estas especies con los humanos explican que en la mayoría de las veces no existan problemas de convivencia entre ambas especies.

Pero en ocasiones sucede lo contrario y la convivencia entre perros y gatos puede complicarse.
Un animal recién llegado puede ser el detonante del conflicto, y esta mala respuesta a una convivencia en un espacio reducido es una de las causas que puede empujar a los tutores de una mascota a desprenderse de ella, sea devolviéndola a quien se la proporcionó, sea dándola en adopción o sea de cualquier otra manera.

¿Existe alguna manera de mejorar esta convivencia antes de tener que llegar a estos extremos?

Este asunto ha sido estudiado recientemente por el profesor Daniel Mills y la doctora Miriam Prior, de la Universidad de Lincoln, en el Reino Unido, especialistas en el estudio del comportamiento animal.
En un artículo publicado en el Frontiers in Veterinary Science —disponible on-line— han experimentado con la aplicación de feromonas durante seis semanas en perros y gatos obligados a convivir en un hogar.

Se trata de unos productos comercializados que emiten feromonas específicas para calmar a perros o a gatos.

Evaluaron la frecuencia de diez interacciones no deseables —como, por ejemplo, que el perro persiguiera al gato o que el gato huyera ante la sola presencia del perro, las peleas entre perro y gato y los ladridos del perro contra el gato, etc.— y siete deseables, que incluían las caricias entre ambas especies o el tiempo de descanso en una misma habitación.

El estudio concluyó que la relación mejora significativamente cuando es el gato quien se encuentra a gusto y relajado, y eso se consigue, paradójicamente, cuando se emplea el producto que emite feromonas que calman al perro.

Así pues, parece que es el comportamiento del perro, en definitiva, el que determina principalmente la calidad de la interacción entre perro y gato.

No obstante, los autores de este estudio reconocen que todavía queda mucho que investigar en este campo de la convivencia gato-perro.

Entre otras razones, porque las pautas de comportamiento de estos compañeros de viaje dependen de muchos factores, especialmente de cómo manejen la situación los humanos que vivan con perros y gatos, como bien recuerda la antrozoología.

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